domingo, 23 de enero de 2011

El I Ching lo llama YÜ

Querido Hombre Que Callas Demasiado: esta tarde salí de casa y mi acompañante de seis años me detuvo ante una rayuela pintada en la acera, me la señaló con la ilusión que sabe que me haría que encontrara en la calle cosas de esas mágicas que a mí me gustan.
Sin darme cuenta he jugado a  Rayuela con arte toda esta semana, y no me crucé contigo " viniendo por la rue de Seine", ni asomándome  "al arco que da al Quai de Cont", ni mucho menos en el Port des Arts, sino que apareciste el lunes en un barcito Azul de la calle Fúcar en este Madrid que no es de novela argentina, el martes en Huertas, y el sábado en un rincón de la placita del Dos de Mayo. Te vi pasar a mi manera mientras yo seguía escuchando lo que me decían y me escondía detrás de mi propia sonrisa, feliz por ganar una partida al jueguito de la pata coja. En silencio, a tu salud, recogía la piedrita y te cedía el turno.

La última vez que entré en el Anticafé estaba este cuadro detrás de mi, y hoy lo volví a ver en otro sitio

jueves, 20 de enero de 2011

Líneas 1, 10 y 8

...y pensé en las personas que me cruzo en el metro las pocas veces que lo cojo, el sentido de las casualidades al hilo de la conversación de ayer, de subirse en un vagón, caminar por cuatro calles aleatorias y llegar al mismo sitio que la chica de la falda azul y abrigo rojo, y el encuentro con la vieja amiga vieja al fondo del autobús de vuelta y con la gorda que baila al ritmo de los bongos en los pasillos del intercambiador de Nuevos Ministerios en el preciso instante de esatr casi pisando al hombre de chanclas sin calcetines en Antón Martín.
El sentido de las casualidades, en dos días, y mi iphone muerto.

Estreno libreta, no me cabe la letra.

domingo, 9 de enero de 2011

"a tu lado... a tu lado quiero yo dejar de andar"

Y entonces esta noche, mientras tú me calentabas los pies con los tuyos, yo leía a Ôshima decir: “Kafka Tamura, en la vida de los hombres hay un punto a partir del cual ya no podemos retroceder. Y, en algunos casos, existe otro a partir del cual ya no podemos seguir avanzando. Y, cuando llegamos a ese punto, para bien o para mal, lo único que podemos hacer es callarnos y aceptarlo. Y seguir viviendo de esta forma” (Kafka en la orilla, de Haruki Murakami)