lunes, 25 de abril de 2011

Mi trapecio

Redacción.
Mi trapecio tiene una ligera inclinación que me hace perder el equilibrio en mis acrobacias y por eso el lunes me hicieron un masaje.
Presión,
amasamiento,
calor,
digitopuntura y reiki.
Desde mi trapecio me balanceo y sin embargo duele.
Duele cuando miro, cuando juego, cuando se enredan sus cuerdas y, para deshacerse, me mareo. Es vertiginoso el ritmo, y al final, la inercia, la fuerza inicial, la casi caída, agárrate bien.
Desde mi trapecio también recuerdo cómo eran las cosas allí abajo, y cómo, por mucho que me empeñe, que te cuente los defectos y me quede sin dedos, sin manos, sin pies, vuelves, y llegas a mi con la forma de siempre, y me envuelves, una hiedra-díríamos-seamos-cursis, y me duelen las manos al agarrarme, y entonces intento otro salto mortal, pirueta sin red que me salve, una rodilla mágica me sujeta a mi trapecio, y me vence de repente el dolor de espalda, y me veo colgar, pendular, rendida, inerte, el pelo en la cara, agotada.

 
Dijo alguien cuando escuchó esto: "A little bit dark and very soulfull". Yo pensé: muy tú.

miércoles, 13 de abril de 2011

Denubil podría sacarme del letargo

O algo un poco más obsceno. Era asi. Básico. Coger el teléfono varias veces a la semana y escuchar que preguntaban por Luminita Stela. No soy yo. O sí. O ya quisiera. Yo soy quien mira por la ventana y ve el proceso del tiempo en las hojas del árbol de la Plaza. Contesto el teléfono, digo hola, digo sí, digo adios y no escribo, ya no sé, ya se ha oxidado, la maquinaria se ha oxidado, roja, naranja, chirriante, como el puente de la A1, o la ventana-que-no-deja-ver de la cafetería de Caixa Forum. Herzog traidor. Eso no se le hace a la luz y al paisaje de Madrid. "Es acero llevado al máximo nivel de oxidación", escucho que dices mientras conduzco, "no se deteriorará más, no se caerá una placa de óxido sobre ningún coche". De mi cabeza sí se caen cosas. Fallidas, Errores.
Comes, cenas y meriendas colacao con revuelto de setas y algún que otro huevo al límite de la putrefacción. Límite. El agua me lleva al límite. La mano  me lleva al límite. Y él, y él  y él. O algo un poco más obsceno Tal vez eso me sacaría del letargo.

lunes, 11 de abril de 2011

Climatología

Querido Hombre que Callas Demasiado, se te echa mucho de menos.
En las esquinas de la Ciudad y en la primavera de los pronósticos.
Como si fuera otoño o verano, o se fuera a poner a llover.





En una cafetería de Madrid, desde la cuarta planta, no te dejan ver el paisaje