sábado, 31 de diciembre de 2011

Fidelidad

Recuerdo cuando me acerqué a aquella esquina y por fin te vi  después de tantas dudas y entonces me hablaste de bufandas: a mí me vino a la memoria una canción de Kings of Convenience que algún día te pondré. Después llegaron los vinos y tu sonrisa, tu risa, los encuentros jugando a ver y no tocar, los cruces de miradas y la promesa de ser siempre fieles a esto que no quiero pensar que nos deslumbra. A esto que somos cada uno por su cuenta, por su ruta paralela a la del otro y que cuando el de al lado mira, como si de un copiloto se tratara, concluye que le gusta tanto...



Ahí estaba ella mirándonos comer ensalada sin cebolla


jueves, 22 de diciembre de 2011

Hay algo extraño en este otoño que suena a primavera. Será la luz que entra por la mañana a mi cocina, o la que se refleja en el helicóptero y las alas de las palomas que se espantan a su paso. O será que todavía hay hojas en los árboles, o que nunca había escuchado atentamente a los pajaritos en diciembre.


lunes, 19 de diciembre de 2011

El día que te descubres un nuevo lunar


e, inocente de tí, pensabas que era una manchita de boli, de boli rojo, del de subrayar que nunca usas pero del que supones que te has manchado. Manchitas que como puntos perfectos también te descubres en el escote, ése del que presumes.
Y entonces es jueves y piensas en la semana que ya se está acabando, en los altos y bajos cuando no tocan y en la perspectiva de una vida con un lunar en el dedo índice de la mano derecha. He descubierto que inconscientemente muevo la mano como si quisiera quitarme esa mancha diminuta con la uña del pulgar, en un aparente gesto de nerviosismo. Mi nuevo lunar no tiene textura y  he intentado rascarlo mirándolo detenidamente sin gafas, averiguar su sentido en el mundo, en mi mano, en mi vida. Me pesa, me distrae, existe y no me acostumbro. 



Helo ahí

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Tráfico aéreo

Pasaremos del cielo a la tierra jugándonos el jet lag al Monopoly. Yo me disfrazaré de azafata de escote perfumado e indicaré a dos brazos las posibles salidas. A la hora del despegue me emocionaré sintiendo que la sonrisa me estalla,  y a la eterna sensación de pasajero en tránsito la miraremos a las ojos y le contaremos la posibilidad no tan remota de detener el tiempo en un beso robado.




lunes, 28 de noviembre de 2011

"(...) A veces escribir es solo dejar constancia. La épica emocional transcurre en un intervalo de tiempo que nunca es suficiente. Y culmina épicamente. De ahí su mérito. De ahí su flaqueza. Los héroes no son personas interesantes. 


Por eso nos queremos tanto." 

They call it flow Vanity Dust

Sonando esto.

martes, 8 de noviembre de 2011

Licencia

Le agradecí que viniera jugando a hacer una reverencia. Llegó como salido de una película ambientada en Nueva Orleans, y yo, muerta de frío en pleno trópico, no pude más que comentar la imagen.
- He escuchado muchas Lunas Rojas...
- ... pero ninguna como ésta, ¿a que sí? -le interrumpí en mi más puro estilo.
- Ésta quita el frío de los pies porque se puede bailar.
Y me ofreció la mano como si de una fiesta de quinceaños se tratara, y yo acepté con la vergüenza del que se sabe observado. Me invitó, me dijo al oído buscando mi perfume, que de repente todo mi cuerpo debía ser ligero y deslizarse, como si nada, ojos cerrados, por aquel porche mohoso, como si llevara un vestido de gasa como no era el caso, como si no me pesara el alma, como si todo lo que sonaba de fondo fuera aquella brisita de campo abierto que echaba de menos. Y entonces me sentí como princesa de cuento cursi, ridículamente feliz en un bucle que no quería que se terminara, sumergida en el laguito de espejo de una caja de música que no iba a dejar de sonar por más luciérnagas que me devolvieran al calor que nos rodeaba.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Descafeinado

Hombrepez, no sé que avión, bus o canoíta me trajo hasta este rincón del trópico, pero ahora tengo fríos los pies. Llevo tres días sin tomarme un café, pero en este destino absurdo de mi huída (¿cuándo dije que me gustaba Brasil?) no hacen el café como me gusta. Quiero el café de mi casa, Hombrepez, el que me tomaba cuando me miraba en el espejo, aquel que no sé si recuerdas, y me decía a mí misma obscenidades. Amaba mi cuerpo y me complacía mirarlo, acariciarme, observarme. Recuerdo que a veces, con tanto amante de viuda alegre, mis manos se olvidaban de quien tenía a mi lado. No sé que hago aquí, Hombrepez, frotándome los pies en un intento frustrado de calentarlos, tiritando debajo de la sábana, ventilador apagado y grillitos molestos al otro lado de la ventana.  Qué hago, dónde me he quedado, quién me ha traído hasta aquí. Quiero ver el desintegrador de partículas, descubrir la puta llave maestra, llamémosla inglesa, que deshizo los planes.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Ser spam

Era como hacer mil saltos en paracaídas con una caja llena de sorpresas que no le interesaban a nadie. Y caer mil veces en un descampado. Campo adentro. Sin carretera cercana para hacer autostop.

lunes, 10 de octubre de 2011

La belleza y la guapura

En un arrebato de responsabilidad, no lo acompañé al puerto. El otoño había llegado con su luz dorada a medio día y ese airecito que te levanta la falda, se cruza en los muslos y está bien. Sin embargo decidí quedarme a cubierto, pasándome los dedos por mi pelo brillante y que olía a él.  No es un olor concreto. No tiene marca registrada. Es un olor ligero que está pero que no se localiza, y que yo tenía enredado en mi cuerpo mientras él se lo llevaba a cuestas, maleta en mano, rumbo al sur, único destino problable desde el círculo polar.
Se acabó el verano en Hudiksvall, le dije cuando le enseñé que mi maleta estaba en la otra esquina y mi billete quedaba por imprimir. De esta cama en adelante no sé qué hay, ni a dónde se llega - seguí diciendo mientras me paseaba desnuda ante su sonrisa-, y puede que tampoco importe. Me sentí bonita y todo fue belleza alrededor sin mayores estridencias. Belleza zen, de cabeza en blanco, de perfección de cuerpos, de paz con una mesa y un vino esperando.

jueves, 6 de octubre de 2011

Fotogenia

Podría recordar lo que pensaba en el momento en el que me hicieron determinadas fotos, aunque ahora empiezo a dudarlo. Era fina en eso, en montar altares y recordar el día, objeto y motivo de culto. Santos elevados al Cielo por rezos de la mártir Viuda: empiezo a olvidar.
Me pinté las uñas de los pies hace poco menos de dos meses y me gusta ver cómo crece la uña desplazando el color. Te preguntan en qué momento te gustaría que se hubiera detenido el tiempo para que se repitiera lo mismo en bucle y si acaso llamaras a eso felicidad, y no respondo. Miro mis uñas, la carpeta de impagados, y el extracto de ingresos. Pienso en mis hormonas. Los ciclos que permanentemente me recuerdan el paso del tiempo. No quiero hablar de arrugas, de la edad de los hijos, de las canas. Intento recordar lo que pensaba en ciertas fotos y me doy cuenta de las que no he tomado. No he querido ni quiero, ya no. Detener el tiempo y perderme eso que se supone que ya vendrá y compensa, detenerlo en qué punto si ya sabes que alguien vuelve a darle al on.




miércoles, 21 de septiembre de 2011

Itinerancia

En Hudiksvall, Hombrepez, me quedé en un hotel que me gustó bastante. En la tierra de los colchones Sultan y las camas Hemnes, me acosté con aquel amante todo lo que quise y pude, sin miedo a las ventanas abiertas, a que entrara el fresco, a que nos vieran desde los barcos atracados, a que nos escucharan los vecinos. Me acosté, por así decirlo (no quiero ser soez ni asustarte en tu tumba) sin la angustia de la pérdida, del apego, del amor. Gemí, gocé y probé, fui feliz mientras duró, mientras me acariciaron esas manos, con esa piel, en esa piel, en el silencio del sueño, en los susurros de la vigilia. Vigilia, Hombrepez, de la de viernes de cuaresma que no se respeta, y se disfruta con la alevosía de lo prohibido por sucio si nos vieran.
Recuerdo el hotel de Hudiksvall con sus ventanas blancas y paisaje gris, con el bosque tan verde, tinta verde, Midori en el círculo polar. Ahí estábamos los dos en la habitación decorada de Ikea, calmando el cansancio del largo viaje, cómodos, tranquilos y sabiendo que, a pesar de todo, y como era habitual, otra vez sería de paso.




martes, 6 de septiembre de 2011

Pies de plomo

Si llevara tacones, Lisboa habría sido una pesadilla para mí. Pero vea usted que no, y a pesar de eso heme aquí prefiriendo Madrid, sus calles, su cielo y el helicóptero. Que me perdone la Bohemia, pero simplemente no es mi lugar, a pesar de que quiera repetir visita esta vez con paseos detenidos por otros rincones, y más tiempo.
No se sabe qué extraños mecanismos tiene una en su cabeza que le dan al on de las vulnerabilidades sin apenas pedir permiso, y es entonces cuando uno se encuentra con calles que, como algunos besos, te ponen la piel de gallina y a pesar de todo resulta que no, que con la piel no basta, que hasta el corazón todavía hay recorrido, y a una le gusta pasear, que la lleven, que la traigan, que la dejen estar, tocar, salir corriendo, o incluso coger carrerilla para entregar las llaves de la ciudad entera.

Transeúnte lisboeta


viernes, 19 de agosto de 2011

Dormir juntos,

el pulso sonando contra la arena, con la brisa rozando mis muslos, tu nuca, mi pecho. Con el sol. Sin amanecer, sin desayunos, sin entregar el corazón, sin desnudarse.
Ya lo pensaba T.*: "dormir es el corpus delicti del amor", por eso a mí, de momento, eso me da pánico.

*En las Cíes la conciencia de lo insoportable, de la levedad y del ser se acentúa

martes, 2 de agosto de 2011

Yo espero...

... a que los ciclos se cumplan y se repitan en bucles de dimensiones variables,  espacio tiempo de textura guateada, relojes atómicos de exactitudes relativas, presión-precisión otra vez, como caricias. Yo espero porque el tiempo no se acelera, tendría que irme, o volver o retroceder, ¿quién lo dice o lo establece?

Mientras tanto, en lo lineal de lo evitable, juego al escondite en Madrid. Y me divierte.




y un poquito de sentido del humor

Esto es Street QR

lunes, 25 de julio de 2011

...ahora que las esperanzas se han ido, infieles, en brazos de otros proxenetas...

.

miércoles, 13 de julio de 2011

Viaje

Cambié el Transiberiano por la Estación Espacial Internacional mientras sobrevolaba el Índico. Arranqué el viaje desde un punto desconocido al sureste de Madagascar y volé en contra del sol. Desde este sofá todo es posible. Vi a Soichi, le dije, hazme unas fotos, las quiero para el recuerdo; y después siguió en lo suyo, los japoneses son así, me dije, pero también vi un poco absurdo hacerle guardar un recuerdo de un lugar impreciso del mar y de noche.
Espero ver amanecer en Java.

miércoles, 8 de junio de 2011

Amapolas en el tejado

Lo mejor era irse para mirar con perspectiva. Irse del momento inmediato y mirar desde fuera. Alejarse de la fuente de sonido y escuchar la música desde la cocina, asomarse al salón, mirarlo vacío, querer verlo. Escuchar desde ese punto la voz que lo llenaba todo. Imaginarse hacerlo en compañía.
Irse a veces suponía el regreso: mirar las amapolas de un tejado en ruina pero esta vez al contraluz. Volver al ciclo, repetir el bucle, volver a irse. La misma conversación en la cabeza, lo nuestro, otra despedida. Los mismos vencejos volando casi a ras calle arriba. Mirarlos pasar veloces desde abajo, rozando tu cabeza, repetititivos, van y vuelven.

Podría escribir la historia de aquel viaje en el Transiberiano desde Moscú a Vladivostok. De Moscú a la calle Velázquez mirando el paisaje pasar.


viernes, 27 de mayo de 2011

Posición

Me preocupan los despertares repentinos en camas que no son como la mía, sin coordenadas visibles y de lentillas resecas. No encontrar las gafas, en noches menos tormentosas, a la distancia del brazo estirado. Y despertarme de un sueño-pesadilla y darle al on a mi cerebro y no recordar, por segundos, de dónde vienen los ladridos de esos perros.
Necesito gps permanentes, sentirme parte de un mapa, un punto geodésico de esos que a veces aparecen en el monte, al borde de la carretera, repleto de pintadas, firmas, insultos y te quieros adolescentes, roto o a veces intacto pero olvidado. Por lo menos eso. Necesito un satélite que flote sobre mí sin que yo lo vea. Un punto de fuga y otro de retorno. De ida, de regreso o de permanencia. Y lo mismo para los recuerdos, para las frases sueltas, un cuaderno, un disco duro,  una foto, un sonido para localizar mi memoria. Da igual.

sábado, 14 de mayo de 2011

Ulises en la ventana


Querido Hombre Que Callas Demasiado: no puedo evitar hablarte de la simultaneidad de las ventanas, las coincidencias horarias y de todo aquello que con nueve años me fascinaba. Cuántas personas estarían en ese momento haciendo el amor, cuántas estarían dando un paso, iguales, la misma distancia desde el suelo al pie, el mismo ángulo de inclinación entre los dedos y el talón. Cuántas. El mundo entero para imaginar. Y heme aquí, maravillada tal vez con la magia de los minutos que te conectan con los demás a quienes tampoco importo. Mirando por una ventanita que me conecta con el mundo de manera parcial, como la que tengo a la derecha de donde trabajo a diario. Miro el mundo a través de ella, como si el mundo estuviera habitado sólo por los vencejos de estas mañanas de primavera, o por las palomas que aletean con demasiada fuerza, los gorrriones que se han metido a la cocina, los vecinos que ponen salsa o la vecina que tiende su ropa mirando al sur. Ventanas por las que miro y calculo la sincronización de nuestra vida, la tuya y la mía, y la de ellos, todos indiferentes, no sé si yo. Calculo distancias a través de mis ventanas, y todo es igual a cero que no es nada. No-distancia entre tu vida y la mía.

 Cálculos inútiles y la espera

Marabú

Intentándo quitarme el luto que de moral no guardo, me probé un vestido de plumas de marabú.
Hombre Pez si me hubieras visto. ¿Saldrías del agua acaso para sentir cómo se movían las plumas cuando me imaginaba bailando contigo? la suavidad en mi escote, la caída en mi cintura, las cosquillas en las piernas, el vuelo, la piel...


Sin embargo, tu triste viuda sosa quedó seria en la foto

viernes, 6 de mayo de 2011

Onirismo 5

Eras tú con una camiseta roja y yo que pensaba,
ya está,
ya no siento.
Y sin embargo te ibas,
yo no miraba,
y creía,
me autoconvencía,
que ya por fin.

(Sería el rojo amapola cuando hice la foto, o, como dijo Juarroz, " un perfume que retrocede sin volver a encontrar su origen...", ah, memoria olfativa)

lunes, 25 de abril de 2011

Mi trapecio

Redacción.
Mi trapecio tiene una ligera inclinación que me hace perder el equilibrio en mis acrobacias y por eso el lunes me hicieron un masaje.
Presión,
amasamiento,
calor,
digitopuntura y reiki.
Desde mi trapecio me balanceo y sin embargo duele.
Duele cuando miro, cuando juego, cuando se enredan sus cuerdas y, para deshacerse, me mareo. Es vertiginoso el ritmo, y al final, la inercia, la fuerza inicial, la casi caída, agárrate bien.
Desde mi trapecio también recuerdo cómo eran las cosas allí abajo, y cómo, por mucho que me empeñe, que te cuente los defectos y me quede sin dedos, sin manos, sin pies, vuelves, y llegas a mi con la forma de siempre, y me envuelves, una hiedra-díríamos-seamos-cursis, y me duelen las manos al agarrarme, y entonces intento otro salto mortal, pirueta sin red que me salve, una rodilla mágica me sujeta a mi trapecio, y me vence de repente el dolor de espalda, y me veo colgar, pendular, rendida, inerte, el pelo en la cara, agotada.

 
Dijo alguien cuando escuchó esto: "A little bit dark and very soulfull". Yo pensé: muy tú.

miércoles, 13 de abril de 2011

Denubil podría sacarme del letargo

O algo un poco más obsceno. Era asi. Básico. Coger el teléfono varias veces a la semana y escuchar que preguntaban por Luminita Stela. No soy yo. O sí. O ya quisiera. Yo soy quien mira por la ventana y ve el proceso del tiempo en las hojas del árbol de la Plaza. Contesto el teléfono, digo hola, digo sí, digo adios y no escribo, ya no sé, ya se ha oxidado, la maquinaria se ha oxidado, roja, naranja, chirriante, como el puente de la A1, o la ventana-que-no-deja-ver de la cafetería de Caixa Forum. Herzog traidor. Eso no se le hace a la luz y al paisaje de Madrid. "Es acero llevado al máximo nivel de oxidación", escucho que dices mientras conduzco, "no se deteriorará más, no se caerá una placa de óxido sobre ningún coche". De mi cabeza sí se caen cosas. Fallidas, Errores.
Comes, cenas y meriendas colacao con revuelto de setas y algún que otro huevo al límite de la putrefacción. Límite. El agua me lleva al límite. La mano  me lleva al límite. Y él, y él  y él. O algo un poco más obsceno Tal vez eso me sacaría del letargo.

lunes, 11 de abril de 2011

Climatología

Querido Hombre que Callas Demasiado, se te echa mucho de menos.
En las esquinas de la Ciudad y en la primavera de los pronósticos.
Como si fuera otoño o verano, o se fuera a poner a llover.





En una cafetería de Madrid, desde la cuarta planta, no te dejan ver el paisaje

jueves, 10 de marzo de 2011

Agua, perfume y ADN

Últimamente sentía que el sexo era como sumergirse en una piscina. De agua tibia, corriente, donde al mover los brazos  y mantener el equilibrio con sus piernas, desnuda, crearía corrientes ligeras que le rozaban la piel, cada poro, cada esquina, cada rincón supuestamente inaccesible de su cuerpo, al mismo ritmo, con la misma presión...precisión.
Rodeada de agua, Hombre Pez.
Cuerpo líquido y con colonia, oloroso rastro a la altura del ombligo.
Y tu ADN.

domingo, 6 de marzo de 2011

Onirismo 4. Colibríes

Anoche soñé que le hacía fotos a colibries con el iphone. Era en la casa de mi infancia, era bajo el cielo azul de Madrid, con nubes tan finas como estelas de aviones que juegan a las acrobacias. Y la luz de la tarde, y el verde de la hierba. Con N. y A., que nunca salen en mis sueños.
Soñé con colibríes que salían nítidos en la foto, con una golondrina en primer plano. Colibríes verdes. En estos tiempos de pájaros que cruzan el cielo, las mariposas también revolotean. Otra vez.




martes, 22 de febrero de 2011

Sorpresas en las ventanas

Aplacé una vez más contar la historia de Luminita Estela después de redactarla varias veces sin escribir. La aspiradora no da tregua un sábado. La pereza tampoco.
Una noche de febrero entonces, una noche cualquiera tirada en El Sofá, reapareció la voz de Bettie, se abrió una ventana y otra vez lo aleatorio entró desordenándolo todo en mi cabeza. Por eso los sábados toca limpieza y a Luminita Stela le toca esperar.

viernes, 4 de febrero de 2011

arte

"(...)Sin embargo, yo confío en las cosas tal cual son. Un proceso tan normal como tomar un café puede albergar la dramática lucha de los argonautas, sólo hay que reconocerla. Realmente, lo único que nos mantiene vivos es la "capa que hay detrás" de las cosas. Nadie vive sólo de tomar café o de comer. Es más, se puede llegar a tener una vida más plena sin tomar alimentos y reflexionando sobre la escasez, que tomando demasiados alimentos y sin pensar. Una taza en sí misma no es una taza. Una taza tan sólo cobra sentido cuando se hace añicos, mientras uno está pensando, como en este caso, en el hermano de Medea. Mi objetivo no es crear una obra de arte que parezca interesante o incluso estética. No quiero cosas superficialmente bonitas. Pretendo que mis obras surjan de un modo insignificante, pues creo que lo insignificante tiene más valor para el observador. Si se le ofrece lo interesante con las explicaciones pertinentes, para que lo entienda rápidamente, lo asume pronto. Sin embargo, primero hay que traspasar la frontera de lo banal. Lo banal es el mejor punto de partida para hacer descubrimientos propios."

Anselm Kiefer sobre Jasón y los Argonautas

miércoles, 2 de febrero de 2011

Onirismo 3: arena + cemento + agua y mezclar

Yo te decía: aquí es donde toca hacerlo, de ahí sale la nueva habitación, ¿si ves? el espacio perfecto, mira qué vistas, mira qué sol, aunque lo malo es que ya no le va a entrar tanto a la habitación que era de mis papás cuando era pequeña, ¿a que es linda la casa? ¿a que es linda la vista?
Tú sonreías sin más, como te recuerdo, y entonces te dejaba un momento y le preguntaba a mi papá (siempre aparece en los pocos sueños que protagonizas): papá, no pasa nada, ¿no? otra habitación en este lado de la casa, mirando a la ciudad, ¿a que no?
Y después de darme el ok moviendo la cabeza, yo te preguntaba: ¿sabes hacer mezcla?

Medialuna está un poquito más abajo, pero así se ve.

domingo, 23 de enero de 2011

El I Ching lo llama YÜ

Querido Hombre Que Callas Demasiado: esta tarde salí de casa y mi acompañante de seis años me detuvo ante una rayuela pintada en la acera, me la señaló con la ilusión que sabe que me haría que encontrara en la calle cosas de esas mágicas que a mí me gustan.
Sin darme cuenta he jugado a  Rayuela con arte toda esta semana, y no me crucé contigo " viniendo por la rue de Seine", ni asomándome  "al arco que da al Quai de Cont", ni mucho menos en el Port des Arts, sino que apareciste el lunes en un barcito Azul de la calle Fúcar en este Madrid que no es de novela argentina, el martes en Huertas, y el sábado en un rincón de la placita del Dos de Mayo. Te vi pasar a mi manera mientras yo seguía escuchando lo que me decían y me escondía detrás de mi propia sonrisa, feliz por ganar una partida al jueguito de la pata coja. En silencio, a tu salud, recogía la piedrita y te cedía el turno.

La última vez que entré en el Anticafé estaba este cuadro detrás de mi, y hoy lo volví a ver en otro sitio

jueves, 20 de enero de 2011

Líneas 1, 10 y 8

...y pensé en las personas que me cruzo en el metro las pocas veces que lo cojo, el sentido de las casualidades al hilo de la conversación de ayer, de subirse en un vagón, caminar por cuatro calles aleatorias y llegar al mismo sitio que la chica de la falda azul y abrigo rojo, y el encuentro con la vieja amiga vieja al fondo del autobús de vuelta y con la gorda que baila al ritmo de los bongos en los pasillos del intercambiador de Nuevos Ministerios en el preciso instante de esatr casi pisando al hombre de chanclas sin calcetines en Antón Martín.
El sentido de las casualidades, en dos días, y mi iphone muerto.

Estreno libreta, no me cabe la letra.

domingo, 9 de enero de 2011

"a tu lado... a tu lado quiero yo dejar de andar"

Y entonces esta noche, mientras tú me calentabas los pies con los tuyos, yo leía a Ôshima decir: “Kafka Tamura, en la vida de los hombres hay un punto a partir del cual ya no podemos retroceder. Y, en algunos casos, existe otro a partir del cual ya no podemos seguir avanzando. Y, cuando llegamos a ese punto, para bien o para mal, lo único que podemos hacer es callarnos y aceptarlo. Y seguir viviendo de esta forma” (Kafka en la orilla, de Haruki Murakami)