miércoles, 11 de enero de 2012

Querido G:

estoy escuchando Dynamo después de no sé cuántos, tal vez 17 años. La Luna Roja siempre me ha recordado a vos. Tal vez porque cuando llegué a este país tenía mi cabeza puesta en el tuyo y entonces me arrepentí y apegué a todo lo que, por pendeja, no viví. Tal vez porque vi un eclipse, o una puesta de sol en agosto y entonces me acordé del cielo de Bogotá y de su azul profundo y de las palomas escondiéndose en plena calle 13 en otro recuerdo lejano de amigos que se han ido de manera recurrente y de eclipses que nunca terminé de ver con tranquilidad. También recuerdo las escaleras de mi casa, un cassette, unas cartas ilegibles por letra y por textos. "Veo atrás y veo la razón"... 
En casos de emergencia siempre termino escribiéndote cartas que serás incapaz de poner en contexto, es lo que pasa cuando suena el teléfono y quien llama te imagina sentado junto a él en el sofá, mientras quien contesta te imagina de copiloto buscando moneditas para un peaje saliendo de la capital al otro lado del mar. Hoy me gustaría tomar alcohol con vos y pasarlo con ochuvas. Podríamos hablar de cosas tan incomprensibles como nuestras cartas y de amores que nunca fueron y nunca se supo si podrían ser. ¿Serán? ¿Me imaginás en tus viajes catárticos en moto? yo no. Yo te imagino en la quietud de mis paisajes. Tal vez de copiloto. "Probaste luna y bebiste cielo y siempre sueñas con volver a los viejos buenos tiempos."
¿Sabés que esta navidad pinté un corazoncito de verde para poner en el árbol? Me ha hecho gracia ver la portada de soda.
Lina me regaló esto y la recuerdo en Medellín subiéndose a su todoterreno y diciendo que ese disco era más yo que todos los anteriores. Yo, desde el asiento de atrás, sólo pensaba en lo que me desconocía.... ella a mi. ¿Quién sabrá el valor de tus deseos? Casi veinte años después relaciono aquello con mis tardes de licor de melocotón, pink floyd y todo lo demás... "al soltar mi cuerpo en remolinos.... florecer mirándote a los ojos... perfección"
 
 

Lo aleatorio de la vida

martes, 10 de enero de 2012

Desmontando, que no profanando, templos

¿Quién les dio categoría de intocables, quién los elevó a los altares y los fue colocando en diminutos nichos donde iban floreciendo como el moho en mi nevera? Quién y de qué modo ha llegado a tener que caminar de puntillas sobre sus propios recuerdos, descubriendo las notas emborronadas en su cabeza, aquí fui, aquí estuve, aquí me. Demasiadas geografías, lunares, calles y sonidos, demasiados rituales, a cuál más enrevesado, demasiado a qué tenerle respeto, ella misma acorralada, asfixiada, exhausta.
Desperezándose después de un sueño profundo, decidió hacer limpieza general y como homenaje a sí misma,  fue entregando en sacrificio todos los objetos de sus altares. Dejaría sus santos difuntos vestidos de blanco sobre fondos tan inciertos como sus propios paraderos, y a los recuerdos, aquellas montañas de recuerdos unilaterales y monológos, los redimiría sin remordimiento alguno, liberándolos para disfrutar de su nueva vida promiscua.

domingo, 8 de enero de 2012

Onirismo 6. Conciencia

No fue hasta la tercera vez que soñé con ese lugar que fui consciente de que era un sueño recurrente. Esta noche pensé mientras miraba la verja que tenía delante que ya había estado allí. Recordé en pleno sueño que en otro más lejado, en dos o tres oportunidades, yo tenía que descubrir cómo abrir esa verja que ahora estaba abierta. Y supe también, mientras la atravesaba, que más adelante tendría que pasar con paso rápido por una especie de cuerda floja, y que no debía mirar hacia abajo, y que, qué curioso, ya no tendría tanto miedo, sería valiente, sabía lo que había. Recordé mientras lo recorría, que se trataba de un laberinto que jugaba con las perspectivas, las texturas y las alturas, y que seguía pareciendo un gran jardín, una especie de parque descuidado, con construcciones de piedra y hojas en el suelo. Onírico deja vu que dueña de mi mente intenté vivir completo y no pude. Sabía, cuando me encontré en otro escenario, en la casa de mi infancia, que no había pasado por todos los lugares inquietantes de aquel laberinto, y me sentí aliviada...