Mi trapecio tiene una ligera inclinación que me hace perder el equilibrio en mis acrobacias y por eso el lunes me hicieron un masaje.
Presión,
amasamiento,
calor,
digitopuntura y reiki.
Desde mi trapecio me balanceo y sin embargo duele.
Duele cuando miro, cuando juego, cuando se enredan sus cuerdas y, para deshacerse, me mareo. Es vertiginoso el ritmo, y al final, la inercia, la fuerza inicial, la casi caída, agárrate bien.
Desde mi trapecio también recuerdo cómo eran las cosas allí abajo, y cómo, por mucho que me empeñe, que te cuente los defectos y me quede sin dedos, sin manos, sin pies, vuelves, y llegas a mi con la forma de siempre, y me envuelves, una hiedra-díríamos-seamos-cursis, y me duelen las manos al agarrarme, y entonces intento otro salto mortal, pirueta sin red que me salve, una rodilla mágica me sujeta a mi trapecio, y me vence de repente el dolor de espalda, y me veo colgar, pendular, rendida, inerte, el pelo en la cara, agotada.

Dijo alguien cuando escuchó esto: "A little bit dark and very soulfull". Yo pensé: muy tú.