Sin darme cuenta he jugado a Rayuela con arte toda esta semana, y no me crucé contigo " viniendo por la rue de Seine", ni asomándome "al arco que da al Quai de Cont", ni mucho menos en el Port des Arts, sino que apareciste el lunes en un barcito Azul de la calle Fúcar en este Madrid que no es de novela argentina, el martes en Huertas, y el sábado en un rincón de la placita del Dos de Mayo. Te vi pasar a mi manera mientras yo seguía escuchando lo que me decían y me escondía detrás de mi propia sonrisa, feliz por ganar una partida al jueguito de la pata coja. En silencio, a tu salud, recogía la piedrita y te cedía el turno.
La última vez que entré en el Anticafé estaba este cuadro detrás de mi, y hoy lo volví a ver en otro sitio
3 comentarios:
Menuda pillina la pescadora esta...
En plena forma. Rayuela en pleno Madrid... hummmmm, no me puede haber gustado más esta evocación. voy a seguir leyendo.
me hablas de rayuela y de argentina, y al final me voy a Cortázar y cuando vuelvo me pregunto como podrán esos pistoleros sujetar pistola alguna con sus manos tan deformes...
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