Desde el mismo sitio en el que me siento cada día en el autobús pensé que también soy esa a la que los demás, colocados en su mismo sitio de la calle, del semáforo, el coche o el ventanal del café, ven pasar con la tristeza de la monotonía o la indiferencia de otro día que otra vez.
De esta manera me apeteció conducir un Audi.
2 comentarios:
no es mal cambio, la verdad.. aunque no creo que podamos ser lo que queramos, yo llevo toda la vida intentándolo sin resultados (aún)
Sensaciones típicas de la viudez... Me ha impactado el título del blog y el perfíl del autor/autriz, muy originales
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