jueves, 28 de octubre de 2010

Memoria selectiva

La mañana que edité el texto sobre Dylan, me regalaron el primer volumen de sus memorias. No fue necesariamente aleatorio. Desde Cibeles hasta Conde Duque buscando un café, y después hasta el Reina en un paseo laboral que al final poco tuvo de eso. Me enamoré de Madrid recorriendo las calles tal y como las describía Marías en Mañana en la batalla piensa en mi.
Yo pienso mucho en ti mientras recorro estas calles.
Subiendo por la calle del Pez mi acompañante me dijo con ese acento suave a juego con su barba, que Madrid es un lugar donde te cruces con quien te cruces sabes que está aquí para algo. Madrid como objetivo, como fuga, como vida, como casa. Esas cosas no pasan en los pueblos y en las pequeñas ciudades: allí la gente sólo está. Y yo lo escuchaba y pensaba en mis motivos para esta ciudad, en lo que antes de cruzar San Bernardo veníamos hablando, en aquello de que me falla tanto la memoria, lo mucho que esta ciudad me alimenta y me estimula, "pereza mental", le dije en el semáforo, "antes sólo era la carretera, el paisaje, la música y yo", ahora hay demasiado que no retengo, y sin embargo, calle del Pez arriba, pasé delante de esos Chinos, y  recordé, el frío, tu teléfono sonando, mi media con una carrera, la estantería, la cajita, el pago, yo mirándote desde dentro, la puerta, la esquina, tus gestos,  mi sonrisa ....

 (... y tendré que regalárselo a otra persona, y tal vez algún día pasear por NY y todo eso)

1 comentario:

cantaruxa dijo...

¿Palabra de consuelo? Tú sí que ConMueves...