sábado, 14 de mayo de 2011

Ulises en la ventana


Querido Hombre Que Callas Demasiado: no puedo evitar hablarte de la simultaneidad de las ventanas, las coincidencias horarias y de todo aquello que con nueve años me fascinaba. Cuántas personas estarían en ese momento haciendo el amor, cuántas estarían dando un paso, iguales, la misma distancia desde el suelo al pie, el mismo ángulo de inclinación entre los dedos y el talón. Cuántas. El mundo entero para imaginar. Y heme aquí, maravillada tal vez con la magia de los minutos que te conectan con los demás a quienes tampoco importo. Mirando por una ventanita que me conecta con el mundo de manera parcial, como la que tengo a la derecha de donde trabajo a diario. Miro el mundo a través de ella, como si el mundo estuviera habitado sólo por los vencejos de estas mañanas de primavera, o por las palomas que aletean con demasiada fuerza, los gorrriones que se han metido a la cocina, los vecinos que ponen salsa o la vecina que tiende su ropa mirando al sur. Ventanas por las que miro y calculo la sincronización de nuestra vida, la tuya y la mía, y la de ellos, todos indiferentes, no sé si yo. Calculo distancias a través de mis ventanas, y todo es igual a cero que no es nada. No-distancia entre tu vida y la mía.

 Cálculos inútiles y la espera

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