lunes, 27 de diciembre de 2010

Jet lag

Querido Hombre Que Callas Demasiado: ahora que sobrevuelas el Atlántico te digo que no, que no soy capaz de decirte adiós con la manita mientras miro cómo se deshace la estela del avión en el que, siendo fieles a la verdad, sé que no es en el que te has ido. Hago como que me despido con la confianza de que no vas a saberlo, no vas a leerlo, ni a entenderlo. O sí a todas las anteriores. Y lo hago mientras le pongo banda sonora a tu jersey de pata de gallo pequeñita que llevabas ayer y que se parecía al de hace dos años, la misma fecha, cuando me enamoré de ti (esas cosas pasan). Y cito la canción: "es como si andara siempre en espiral, cuando encuentro (encontraba) una salida, tú apareces", aunque claro, tú no crees en el destino. Mientras hago como que te digo adiós y ni así me lo creo, sé, a veces una tiene esas certezas, que la cuestión era más delicada de lo que parecía, y que los juegos de Viuda alegre a los que me he entregado en los últimos meses, libertinos divertimentos, son ... eso. "Me gusta, me apetece y me provoca", dice otra canción de las que nunca sonarían en mi salón con el sofá y tú de fondo, y que sin embargo ahora rescato y tarareo. La vida que arrastra, las historias, los placeres. Pobre no-difunto Hombrepez nadando, o revolcándose en su tumba, con tremendos cuernos. Mientras tanto tú, no sé qué harías.

Hombre Que Callas Demasiado, tienes unos ojos inquietantes que más de una vez me hablaron y me dijeron cosas bonitas. Como no los puedo ver, tampoco puedo entenderte, descifrarte. Las ecuaciones se me dan mal, por eso tal vez hago también que paso página. Hago.


Dices que no pasa nada, que volar no te afectaba, y yo...
me guardo el corazón....