jueves, 6 de octubre de 2011

Fotogenia

Podría recordar lo que pensaba en el momento en el que me hicieron determinadas fotos, aunque ahora empiezo a dudarlo. Era fina en eso, en montar altares y recordar el día, objeto y motivo de culto. Santos elevados al Cielo por rezos de la mártir Viuda: empiezo a olvidar.
Me pinté las uñas de los pies hace poco menos de dos meses y me gusta ver cómo crece la uña desplazando el color. Te preguntan en qué momento te gustaría que se hubiera detenido el tiempo para que se repitiera lo mismo en bucle y si acaso llamaras a eso felicidad, y no respondo. Miro mis uñas, la carpeta de impagados, y el extracto de ingresos. Pienso en mis hormonas. Los ciclos que permanentemente me recuerdan el paso del tiempo. No quiero hablar de arrugas, de la edad de los hijos, de las canas. Intento recordar lo que pensaba en ciertas fotos y me doy cuenta de las que no he tomado. No he querido ni quiero, ya no. Detener el tiempo y perderme eso que se supone que ya vendrá y compensa, detenerlo en qué punto si ya sabes que alguien vuelve a darle al on.




2 comentarios:

Beauséant dijo...

se llama aceptación, y es la cosa más increíblemente jodida que podemos hacer.. pero una vez alcanzado ese punto uno se encuentra como en paz con el universo, ¿verdad?

Luis Davelouis dijo...

Pienso que detener el tiempo debe ser como decidirse a vivir dando vueltas en una pecera como las de los dibujos animados. Siempre el mismo destino sin importar el derrotero, eliminada cualquier posibilidad. Sí, mejor renunciar a la pecera aunque llegar al mar nos tome pasar acompañados por el excusado.