Pasaremos del cielo a la tierra jugándonos el jet lag al Monopoly. Yo me disfrazaré de azafata de escote perfumado e indicaré a dos brazos las posibles salidas. A la hora del despegue me emocionaré sintiendo que la sonrisa me estalla, y a la eterna sensación de pasajero en tránsito la miraremos a las ojos y
le contaremos la posibilidad no tan remota de detener el tiempo en un beso robado.
3 comentarios:
el tiempo, en realidad, no se detiene. Se hace más pequeño y pasa de puntillas ante los enamorados, no se detiene, sólo es que es muy educado :)
Le va a dar calambres en los gemelos de tanto jugar a las bailarinas entonces.
;)
no creas, es como los peces, que no tienen que contener la respiración para estar bajo el agua, simplemente han nacido para eso :)
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