miércoles, 17 de octubre de 2012

Hudiksvall

Alguien me buscaba en el norte y pensé "no quiero morirme sin ver una aurora boreal". Las dudas, las tormentas solares y los mapas aparecerían más tarde.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Lo conveniente

Todo se diluye, se concentra y vuelve a diluirse. El eterno retorno, el eterno fluir. El yin y al yang, el iching, las nubes, las montañas, el agua, el ciclo de la lluvia, el día y la noche. Escuchas kings of convenience y se revuelven las tripas en una confusión de hambre, amor y dolor que no rima. En ese cúmulo intenso de recuerdos de todo tipo, una sería capaz de concederle a cada uno el beneficio del tacto y acariciarlos toda la noche, sin embargo se hace el silencio y todo se diluye en el salón de todos los días. Parece escurrirse entre rendijas y los extractores de cocina, se va por debajo de la puerta, a explorar el nuevo escenario.
Todo se diluye y a una no le queda más remedio que resignarse como cada noche, quitarse las gafas e irse a dormir. Con el rímel corrido.



Feist, estate quieta, por favor

viernes, 31 de agosto de 2012

Irse y después morirse

Soy una viuda y colecciono santos en templos que no consigo desescombrar. Hombre Que Callas Demasiado, hace tiempo que no te invoco. Llevo días planeando tu desaparición extrema, borrarte de las coordenadas de mis mapas. Busco venenos entre letras que se tambalean en las rutas urbanas, me tiembla la mano mientras las desgrano como gotas que te has de beber y sin embargo no te enteras.
En mi afán asesino o más bien justiciero, he decidido hacerme también una lista y desplegarla llamando uno a uno a su sitio contra la pared. Preparados, listos, fuego. Me imagino la sangre verde midori de cada uno de los amantes convocados perdiéndose entre el césped tan pulcramente elegido. Siento el olor a hierro. Lo verde huele a rojo, no hay diferencia. Uno a uno cayendo y callando, como siempre. Era la imagen de aquel sueño recurrente que nunca te conté: yo esperando el disparo, yo consciente de que no podía soñar con la muerte, yo despertándome de golpe, yo viva. Cayendo y callando como nunca.

Morirse en verde

miércoles, 4 de julio de 2012

Línea 52 Santamarca

Desde el mismo sitio en el que me siento cada día en el autobús pensé que también soy esa a la que los demás, colocados en su mismo sitio de la calle, del semáforo, el coche o el ventanal del café, ven pasar con la tristeza de la monotonía o la indiferencia de otro día que otra vez.
De esta manera me apeteció conducir un Audi.

jueves, 5 de abril de 2012

Las estanterías y el viento

Ahí estaba Toru Watanabe observando mientras Midori se deleitaba en deseo y visiones estrafalarias. Un reloj detenido a las seis menos veinte, la casa y la cara de J., cambiante, desde la excitación, la crispación y los nervios, iluminado a menos de medio camino de tocar la luz.
Midori detenida, Toru Watanabe siguiendo dónde ponía el otro las manos. Era tal el silencio...


A la mañana siguiente yo jugaba a volar cometas



lunes, 12 de marzo de 2012

Tormentas solares

El pronóstico anunciaba tormentas y auroras boreales a disposición del turista. Allí me fui. Volvimos casi a la vez a Hudiksvall, desembarcando cada uno por nuestra cuenta. La misma cama, el mismo hotel, el mismo paisaje al otro de la ventana. Los pies que se rozan, el sol que sale mucho más pronto que la última vez. Se terminó el verano, nos despedimos en otoño, pasó el invierno, con sus letargos de amores y pasiones, y se adivina la primavera, así, con partes meteorológicos de mucho más allá del cielo.


jueves, 1 de marzo de 2012

Los Cuatro Postes

Una se acostumbra a tomar desnatada, sacarina, a deconstruir la ensalada y el guiso, a vestirse sin pulseras, incluso sin perfume, a bajarse del todoterreno, a vivir en menos metros, a comunicarse sólo por escrito, a no decir ni mu y a que cuando lo dice parece eso, efectivamente, un sonido de fondo, en el campo. Y también a dormir sola en la misma esquina pero de la nueva cama, más pequeña, pero sin ocuparla entera. Y deja el colacao, el pan bimbo y que los hijos se vayan, y ya ni se pregunta dónde y cuándo aprendió a renunciar a tanto como si nada, como si le resbalara, apenas sin rebelarse, sin sentir, o es que acaso a eso había que acostumbrarse también, a imaginarse y tal vez atreverse a que un lunar podría rebanarse como quien no quiere la cosa, igual que pasaba con aquella lentilla rajada, que molestaba ligeramente,  pero a pesar de todo la prefería a las gafas. En qué momento se creyó tan todopoderosa para convencerse de su propio invento de resignada, de santa teresa que no se sacude las chanclas...

martes, 28 de febrero de 2012

A6

La tarea de desescombro implicaba enfrentarse a desagradables verdades. Así llegó la noche en que volvió a sonar Delicate y como profesional de la demolición de Templos me preparé a la catarsis de contar parte de la historia para decir definitivamente Fuera de aquí. Una especie de exorcismo de la música.
Se trataba de una canción que revolvía no solo el recuerdo de la A6 una noche profunda del invierno de 2005. Era la oscuridad de aquella noche, la incrudilidad ante lo que había ocurrido tres días antes, la carretera, y la conclusión de una soledad cuya existencia había sospechado y en esos días, por fin, había confirmado. En ese viaje precisamente. En ese coche que no tenía demasiado sentido conducir porque no era mío. Nada era mío en ese momento. El final de todo, pensaba, y en realidad era más bien el principio. Delicate en bucle. Un santo que nunca lo fue, un templo que por sí solito duró poco tiempo, pero un montón de escombros que hasta esta noche no me atrevo a limpiar y a meter al contenedor. Para ese santo no había sitio en las borracheras de Cardhu o en los requiem por el Pez. Ese santo no mereció ni una mayúscula, ni las cartas de amor que no se llevó en la maleta, ni el silencio a modo de formol en el que lo he conservado. Fuera.
¿Cómo le dice uno al estómago, al tercer chacra o al alma que no se encoja ante un sonido que apunta justo en el punto donde duele? ¿cómo se desprende uno por fin de lo que más daño le ha hecho y cuyo abandono ha sido definitivo para empezar de nuevo y reconocerse de nuevo?¿Cómo se hace eso de darle un sitio en lo que más quieres para por fin despedirlo, entre flores, como barquita de ceremonia de la virgen del Carmen, mar adentro, allá te hundas, allá te pierdas, allá te quedes como malhombre de tango arrabalero? ¿Así?


No quiero volver a leer este post nunca más pero sí a escuchar esta preciosa canción, limpia, sana

miércoles, 11 de enero de 2012

Querido G:

estoy escuchando Dynamo después de no sé cuántos, tal vez 17 años. La Luna Roja siempre me ha recordado a vos. Tal vez porque cuando llegué a este país tenía mi cabeza puesta en el tuyo y entonces me arrepentí y apegué a todo lo que, por pendeja, no viví. Tal vez porque vi un eclipse, o una puesta de sol en agosto y entonces me acordé del cielo de Bogotá y de su azul profundo y de las palomas escondiéndose en plena calle 13 en otro recuerdo lejano de amigos que se han ido de manera recurrente y de eclipses que nunca terminé de ver con tranquilidad. También recuerdo las escaleras de mi casa, un cassette, unas cartas ilegibles por letra y por textos. "Veo atrás y veo la razón"... 
En casos de emergencia siempre termino escribiéndote cartas que serás incapaz de poner en contexto, es lo que pasa cuando suena el teléfono y quien llama te imagina sentado junto a él en el sofá, mientras quien contesta te imagina de copiloto buscando moneditas para un peaje saliendo de la capital al otro lado del mar. Hoy me gustaría tomar alcohol con vos y pasarlo con ochuvas. Podríamos hablar de cosas tan incomprensibles como nuestras cartas y de amores que nunca fueron y nunca se supo si podrían ser. ¿Serán? ¿Me imaginás en tus viajes catárticos en moto? yo no. Yo te imagino en la quietud de mis paisajes. Tal vez de copiloto. "Probaste luna y bebiste cielo y siempre sueñas con volver a los viejos buenos tiempos."
¿Sabés que esta navidad pinté un corazoncito de verde para poner en el árbol? Me ha hecho gracia ver la portada de soda.
Lina me regaló esto y la recuerdo en Medellín subiéndose a su todoterreno y diciendo que ese disco era más yo que todos los anteriores. Yo, desde el asiento de atrás, sólo pensaba en lo que me desconocía.... ella a mi. ¿Quién sabrá el valor de tus deseos? Casi veinte años después relaciono aquello con mis tardes de licor de melocotón, pink floyd y todo lo demás... "al soltar mi cuerpo en remolinos.... florecer mirándote a los ojos... perfección"
 
 

Lo aleatorio de la vida

martes, 10 de enero de 2012

Desmontando, que no profanando, templos

¿Quién les dio categoría de intocables, quién los elevó a los altares y los fue colocando en diminutos nichos donde iban floreciendo como el moho en mi nevera? Quién y de qué modo ha llegado a tener que caminar de puntillas sobre sus propios recuerdos, descubriendo las notas emborronadas en su cabeza, aquí fui, aquí estuve, aquí me. Demasiadas geografías, lunares, calles y sonidos, demasiados rituales, a cuál más enrevesado, demasiado a qué tenerle respeto, ella misma acorralada, asfixiada, exhausta.
Desperezándose después de un sueño profundo, decidió hacer limpieza general y como homenaje a sí misma,  fue entregando en sacrificio todos los objetos de sus altares. Dejaría sus santos difuntos vestidos de blanco sobre fondos tan inciertos como sus propios paraderos, y a los recuerdos, aquellas montañas de recuerdos unilaterales y monológos, los redimiría sin remordimiento alguno, liberándolos para disfrutar de su nueva vida promiscua.

domingo, 8 de enero de 2012

Onirismo 6. Conciencia

No fue hasta la tercera vez que soñé con ese lugar que fui consciente de que era un sueño recurrente. Esta noche pensé mientras miraba la verja que tenía delante que ya había estado allí. Recordé en pleno sueño que en otro más lejado, en dos o tres oportunidades, yo tenía que descubrir cómo abrir esa verja que ahora estaba abierta. Y supe también, mientras la atravesaba, que más adelante tendría que pasar con paso rápido por una especie de cuerda floja, y que no debía mirar hacia abajo, y que, qué curioso, ya no tendría tanto miedo, sería valiente, sabía lo que había. Recordé mientras lo recorría, que se trataba de un laberinto que jugaba con las perspectivas, las texturas y las alturas, y que seguía pareciendo un gran jardín, una especie de parque descuidado, con construcciones de piedra y hojas en el suelo. Onírico deja vu que dueña de mi mente intenté vivir completo y no pude. Sabía, cuando me encontré en otro escenario, en la casa de mi infancia, que no había pasado por todos los lugares inquietantes de aquel laberinto, y me sentí aliviada...